domingo, 9 de junio de 2013

El Cebollar de Torla

El martes fue un día especial para Pablo y para mi, fue el día que realizamos nuestra primera ruta de altura y la segunda en la zona de Ainsa.
En este caso fue en el municipio de Torla lindando con el Parque Natural Ordesa y Monte Perdido.
Torla es un pequeño pueblo que se encuentra a 45 kilómetros de Ainsa hacia el norte, en la base del Monte Perdido de Ordesa y con unas magnificas vistas al mismo.

Torla y el Monte Perdido

Para llegar arriba no es nada fácil, menos por el camino por el que subimos en el que predomina el empujar la bicicleta antes que el pedaleo, fue duro, pero la recompensa era tener unas vistas tan increíbles que no parecían ciertas, lo que nos daba fuerzas para seguir.


El rio Ara

Bici al Hombro 








Cuando comenzamos a ganar altura la vistas mejoraban exponencialmente con cada metro que ganábamos, teníamos que cruzar muchas zonas de caídas de agua de deshielo y así también nieve acumulada por el camino.


Increibles vistas de Ordesa



Cruzando agua de deshielo y nieve



Llegando al objetivo

Luego de un buen rato y ya con pocas fuerzas llegamos al Cebollar, nos tomamos un rato para disfrutar las vistas y a lo que veníamos, a bajar.





La bajada es una delicia, larga muy larga y con un terreno tan cambiante que parece mentira que fuera todo parte de la misma.
Tramos abiertos de alta montaña, sendas super cerradas entre pinares con zonas muy rápidas y otras con muchas curvas cerradas. Mas abajo rocas, muchas rocas en un constante sendero en el que tienes que estar muy atento para ir esquivandolas, finalmente un tramo de senda rápida. Una bajada que no tiene desperdicio de principio a fin y  que recorrerla completa nos dejo mas que satisfechos.




Senda rapida entre bosque




Subiendo por la pista es una ruta que puede dar mucho de si, grandes vistas y una bajada que cunde, este es el perfil subiendo por la pista.





Esta ruta es super recomendable y para nosotros quedará marcada por ser la primera que nos acerca a los dos miles.

En el regreso a Ainsa una parada obligada es pasar por la cascada del Sorrozal en Broto, una autentica obra de arte generada por la acción de dos grande escultores: el hielo de un glaciar y el agua de un torrente. Ambos tallaron un material especial: rocas de aspecto rítmico y geométrico, nacidas en antiguos fondos marinos y posteriormente plegadas durante la formulación de los Pirineos. (Ayuntamiento de Broto)



1 comentario:

  1. Rutón!! Ese caerá a la próxima...

    Enhorabuena. Sobrarbe no defrauda eh!

    Saludos.

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